Los límites que no te estás poniendo a vos misma
Y vos, que pensabas que poner límites era decirle “no” al otro…??
Resulta que los límites más importantes —los que realmente te transforman— son los que te ponés a vos.
Y te lo voy a mostrar. Sin vueltas.
Esa típica situación en la que sabés que no querés…
…y aún así vas.
Ejemplo simple y doloroso:
Sabés que cada vez que vas a lo de tu suegra terminás volviendo con el cuerpo tenso, el corazón contracturado y mil frases que no dijiste girándote por dentro.
Pero ahí vas. Una vez más.
Y después: enojo con vos, bronca con tu pareja por no entenderte, fastidio con ella por seguir actuando igual.
Y te prometés: “¡No vuelvo más!”
Sí, claro….
El tema es que el límite no lo estás poniendo afuera. Ni adentro.
El primer límite que necesitás… es con vos misma
No te pasa solo ahí.
Te pasa cuando te dicen en el trabajo que “te necesitan” justo el día que tenías libre y, otra vez, decís que sí.
O cuando una amiga con la que ya no conectás te llama para “ponerse al día” y vos sabés que te drena…
Pero igual vas.
Y salís peor de lo que entraste.
Y después te quejás. Y te enojás. Y te prometés que “la próxima, no”.
Pero la próxima llega. Y ahí vas otra vez.
Porque el problema no es solo que no ponés límites afuera, es que no te estás escuchando adentro.
Y si no te sabés decir “hasta acá”, no vas a poder sostener un “no” afuera.
¿Por qué cuesta tanto?
Porque para ponerte límites a vos, necesitás estar conectada con tus necesidades y desconectada de tus miedos.
Y —seamos honestas— muchas veces no estás ni cerca.
Estás más ocupada en que el otro no se enoje, en quedar bien, en que no te dejen de querer…
Que en preguntarte de verdad:
¿Esto lo quiero hacer?
¿Esto me hace bien?
¿Qué necesito yo en este momento?
No vas a poder poner un “no” firme si no sabés lo que sí necesitás
Y para eso hay que ponerle cuerpo a lo que sentís.
Escucharte de verdad. No desde el juicio, sino desde el amor.
Porque si no sos capaz de reconocer que estás agotada, que algo te incomoda, que ya no querés más de lo mismo…
Vas a seguir cediendo, diciendo que sí, y después acumulando culpa, enojo o cansancio.
Los límites no empiezan con la boca.
Empiezan con la conciencia. Con la presencia. Con la decisión de elegirte.
El límite más importante es el que te protege de vos misma cuando volvés a lo que sabés que te duele
Es ese “no” que te decís cuando sabés que tenés que descansar y te querés quedar mirando series hasta las 3am.
Es ese “no” que te repetís cuando querés volver a hablar con quien ya sabés que no te hace bien.
Es ese “sí” a vos cuando necesitás silencio y te alejás del ruido.
Cuando decís: “Hoy, no puedo con todo. Hoy, me cuido.”
Ponerte límites es un acto de amor propio
Es un pacto con vos.
Es decirte: me creo, me cuido, me escucho.
Y sí, hay que aprender a hacerlo.
Pero una vez que lo hacés… todo empieza a ordenarse.
💬 ¿Cuál fue la última vez que no pudiste ponerte un límite a vos misma? Te leo. Sin juicios. Con compasión. Porque todas lo estamos aprendiendo.
“El límite que no pusiste afuera, primero no lo pusiste adentro”



